Para los que no conocen este deporte, se trata de caminar sobre un par de esquís, y luego descender esquiando. Estos tienen unas fijaciones especiales que permiten soltar el talón para poder caminar y unas pieles que se pegan bajo el esquí, que se adhieren a la nieve y permiten ascender sin deslizarse hacia atrás. Una vez lograda cierta altura, se fijan las taloneras, se sacan las pieles y se baja esquiando normalmente. Si no se sabe esquiar, siempre está la opción de las raquetas de nieve, con ellas se puede caminar sin necesidad de deslizarse. Un dato relevante, es gratis.

1. Lonquimay

En Malalcahuello era un día cerrado, nevaba. Teníamos ganas de pasear, no conocíamos rutas de randoné por la zona y para algunos, era la primera vez que hacían este deporte. Sabíamos que la cuesta Las Raíces estaba cerrada porque no habían limpiado de nieve el camino; por lo que decimos partir rumbo a Lonquimay y ver si podíamos pasear por ella, de esa forma no nos perderíamos. Tomamos la ruta 181, cruzamos el largo túnel Las Raíces, de 4.5km (en su momento fue el túnel ferroviario más largo de América), y recorrimos el amplio valle del río Lonquimay.

©Magdalena Besomi
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Llegamos al pueblo de Lonquimay y comenzamos a subir la cuesta, cuando no había más camino, cambiamos el auto por los esquís. En medio de un paisaje de araucarias subimos cerca de 3km y casi 200m de altura. Llegamos a unas construcciones aledañas al cerrado centro de esquí Los Arenales, sacamos las pieles y comenzamos a desandar lo que habíamos hecho. En total, nos demoramos cerca de 2 horas 20 min. En conclusión, un buen paseo para un día de mucha nieve en medio de un bosque de araucarias.

©Magdalena Besomi
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2. Chillán

Para pasear, el mal tiempo puede ser algo bueno. Estábamos en Las Trancas y el centro de esquí Nevados de Chillán tenía cerrados gran parte de los andariveles debido a un frente de viento. Queríamos salir y partimos con nuestros esquís hasta donde pudiéramos llegar. Llegamos a la Plaza Tata, lo más abajo del centro de esquí y tomamos la ruta para las motos de nieve, entre bosques de roble, raulí y coihue comenzamos a subir.

©Magdalena Besomi
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A medida que ascendíamos el viento se hacía más fuerte y desaparecían los árboles. Nos demoramos dos horas para llegar al refugio Garganta del Diablo, una construcción de piedra del Club Andino de Concepción. Entramos para protegernos del fuerte viento, llevábamos provisiones, descansamos un poco, y regresamos esquiando. Lo mejor de este paseo era tener una meta, un lugar donde llegar.  La ruta fue de aproximadamente 3 km y 400m de desnivel.

©Magdalena Besomi
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Es difícil transmitir lo que se siente, tiene algo de meditación; el ritmo y la respiración te llevan a un estado de control mental. El esfuerzo físico y sicológico requiere de un espíritu aventurero, ser capaz de enfrentar el clima de nieve y viento. Recomendable para todos los que quieran disfrutar del invierno.

El paisaje, a medida que se va subiendo es el mejor de los premios.

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