Cuando uno piensa en ir a Islandia, hay dos opciones: ir en los meses cálidos (mayo- septiembre) o en invierno (octubre-abril). Ir en verano tiene la ventaja que los días son largos y la temperatura agradable; a menos que haya tormenta, todas las carreteras debieran estar abiertas, y se puede hacer trekking y acampar con facilidad.
Caballos pastando cerca del Círculo Dorado. ©Victoria Guzman
Caballos pastando cerca del Círculo Dorado. ©Victoria Guzman

Sin embargo, decidimos hacer una primera visita en invierno, con la idea de ver la aurora boreal, y hacer un tour a las cuevas de hielo, que solo se realiza entre noviembre y marzo. Aunque los días son bastante cortos, en términos de fotografía hay una luz muy especial ya que el sol nunca llega al cenit, regalando amaneceres y atardeceres larguísimos.

Islandia es muy conocido por sus caballos pequeños pero fuertes. ©Victoria Guzman
Islandia es muy conocido por sus caballos pequeños pero fuertes. ©Victoria Guzman

Por otro lado, ir en noviembre implicaba una preparación distinta: llevar buenas primeras capas y parka de pluma, además de algo para proteger la cabeza del viento. Si se arrienda auto para tener mayor libertad de movimiento, éste tiene que ser 4×4, y recomiendo mucho revisar todos los días antes de partir, el tiempo y el estado de las carreteras en las páginas del gobierno (éstas están en línea, con colores según si están en buen estado, con hielo, resbalosas, o cerradas). Si el objetivo es sacar fotos, es clave llevar baterías extra ya que el frío hace que duren menos, un lente gran angular para captar los paisajes, y lo más importante, un trípode estable y firme que resista los fuertes vientos de Islandia.

Eldhraun, uno de los campos de lava de Islandia. Se pueden encontrar muchos a lo largo del país, casi siempre cubiertos de musgo. ©Victoria Guzman
Eldhraun, uno de los campos de lava de Islandia. Se pueden encontrar muchos a lo largo del país, casi siempre cubiertos de musgo. ©Victoria Guzman

Nuestro viaje incluyó desde la Península de Snaefellsnes al oeste, hasta Höfn, un pueblo de pescadores al Este, pasando por todo el sur del país.

Parada en una granja camino a la Península de Snaefellsnes. ©Victoria Guzman
Parada en una granja camino a la Península de Snaefellsnes. ©Victoria Guzman

La primera parte del recorrido fue la Península de Snaefellsnes. Aquí se pueden encontrar algunas de las imágenes más lindas de Islandia, como los campos de lava de Grundarfjorour, la maravillosa Kirkjufell enmarcada por cascadas, las playas negras de Dritvik y Djúpalonssandur y el cráter de Saxholl, donde se divisa el cráter y glaciar de Snaefell, lugar que Julio Verne usó de inspiración para su libro “Viaje al Centro de la Tierra”.

Vista a Kirkjufell, una de las postales más conocidas de Islandia. ©Victoria Guzman
Vista a Kirkjufell, una de las postales más conocidas de Islandia. ©Victoria Guzman

El segundo día nos dirigimos al “Círculo Dorado”, llamado así por ser la ubicación de algunas de las atracciones más populares –y turísticas– del país. En primer lugar, visitamos el Parque Nacional Thingvellir, lugar donde se encuentran las placas tectónicas de América del Norte y Eurasia, las cuales se separan entre 1 y 2 centímetros cada año, creando un paisaje de grietas y fisuras.

Parte de la larga grieta entre las placas de América del Norte y Eurasia, en el Parque Nacional Thingvellir. ©Victoria Guzman
Parte de la larga grieta entre las placas de América del Norte y Eurasia, en el Parque Nacional Thingvellir. ©Victoria Guzman

Luego visitamos el Geysir, un géiser activo por 800 años y que ha dado su nombre a todos los demás.

Uno de los géiser en el Círculo Dorado. ©Victoria Guzman
Uno de los géiser en el Círculo Dorado. ©Victoria Guzman
El géiser Strokkur haciendo saltar el agua a 20-30 metros de altura. ©Victoria Guzman
El géiser Strokkur haciendo saltar el agua a 20-30 metros de altura. ©Victoria Guzman

Por último, pudimos conocer una de las cascadas más famosas, la inmensa Gulfoss, una caída de agua doble y de 32 metros de altura. Aconsejo llevar algo para protegerse del agua al visitarla, por los muros de espuma que bañan el mirador.

Gulfoss envuelta en neblina. ©Victoria Guzman
Gulfoss envuelta en neblina. ©Victoria Guzman
Vistas desde Gjáin, uno de los lugares menos visitados del Círculo Dorado. ©Victoria Guzman
Vistas desde Gjáin, uno de los lugares menos visitados del Círculo Dorado. ©Victoria Guzman
Cráter Kerið. Tiene una acústica increíble, por lo que ha sido usado para conciertos. ©Victoria Guzman
Cráter Kerið. Tiene una acústica increíble, por lo que ha sido usado para conciertos. ©Victoria Guzman

Los siguientes días seguimos avanzando hacia el Este, pasando por las ciudades de Vik y Höfn. Son paradas obligatorias  las cascadas de Seljalandsfoss, Skógafoss y Svartifoss.

Seljalandsfoss. ©Victoria Guzman
Seljalandsfoss. ©Victoria Guzman
Vista hacia el suelo desde Skógafoss, donde se pueden apreciar las gaviotas que viven a los lados de la cascada. ©Victoria Guzman
Vista hacia el suelo desde Skógafoss, donde se pueden apreciar las gaviotas que viven a los lados de la cascada. ©Victoria Guzman
La famosa Svartifoss rodeada de columnas de basalto.©Victoria Guzman
La famosa Svartifoss rodeada de columnas de basalto.©Victoria Guzman

Asimismo, Vik es conocida por sus playas de arena negra y extrañas formaciones de roca.  Y la más visitada es Reynisfjara, por sus fotogénicas columnas de basalto hexagonales. Hay que tener mucho cuidado con el mar en esta zona, ya que tiene muchas fuerza y es tristemente famoso por la cantidad de turistas que mueren ahogados cada año.

Las extrañas formaciones rocosas que hacen famosas las playas de Vik.©Victoria Guzman
Las extrañas formaciones rocosas que hacen famosas las playas de Vik.©Victoria Guzman

Al avanzar hacia el Este empieza a asomarse entre las montañas, casi como si se rebalsara, el campo de hielo Vatnajökull. Conocimos algunos de sus brazos, como el glaciar Sólheimajökull entre Skógar y Vik, y Breiðamerkurjökull.

Reflexiones en la laguna del Glaciar Sólheimajökull.©Victoria Guzman
Reflexiones en la laguna del Glaciar Sólheimajökull.©Victoria Guzman
Formaciones de hielo en el Glaciar Sólheimajökull.©Victoria Guzman
Formaciones de hielo en el Glaciar Sólheimajökull.©Victoria Guzman

Este último es famoso por la laguna Jökulsárlón, donde flotan gigantescos icebergs de un azul profundo, los cuales viajan unos cientos de metros al mar. La playa también es surrealista, con icebergs azotados por olas, y luminosos trozos de glaciar esparcidos por la arena negra.  Es en esta zona también donde se realizan tours a las cuevas de hielo, y caminatas por los distintos glaciares del área.

La laguna de Jökulsárlón, parada obligada en Islandia.©Victoria Guzman
La laguna de Jökulsárlón, parada obligada en Islandia.©Victoria Guzman
Detalle de los icebergs azules de Jökulsárlón.©Victoria Guzman
Detalle de los icebergs azules de Jökulsárlón.©Victoria Guzman
Hielos antiguos contrastan con las paredes azules de las cuevas de hielo.©Victoria Guzman
Hielos antiguos contrastan con las paredes azules de las cuevas de hielo.©Victoria Guzman
Cuevas de hielo bajo Vatnajökull. ©Victoria Guzman
Cuevas de hielo bajo Vatnajökull. ©Victoria Guzman

La aurora boreal es un fenómeno que solo se puede apreciar en invierno, sin embargo para verla, además se necesita una noche sin nubes en la que haya actividad. Hay una serie de páginas dedicadas a monitorear la actividad solar que crea este fenómeno, y recomiendo ir revisándola unos días antes del viaje. Con una actividad de 3 en adelante, ya se tienen buenas posibilidades de verla. Lo más importante es poder moverse lejos de la contaminación lumínica de las ciudades, y estar con los ojos bien abiertos y la cámara y trípode listos.

Aurora Boreal cerca de la Península de Snaefellsnes. ©Victoria Guzman
Aurora Boreal cerca de la Península de Snaefellsnes. ©Victoria Guzman
Aurora Boreal en Islandia. ©Victoria Guzman
Aurora Boreal en Islandia. ©Victoria Guzman
Comenta esta nota

Comenta esta nota

Responder...