Viernes en la tarde, ya cansado del frenesí universitario, me llama un amigo para invitarme a caminar con raquetas por los alrededores de la parva a ver si teníamos la suerte de encontrar el abandonado Refugio Alemán. Sonaba como el escape perfecto para además aprovechar la última nevada caída hace unos días, sin dudarlo acepté.

©Santiago Browne
©Santiago Browne

Partimos el sábado al alba un cuarteto conformado por dos personas y dos perros, nos pusimos las raquetas y ¡a caminar! Salimos en dirección noroeste primero esquivando esquiadores para luego de unos minutos estar caminando por la infinita planicie blanca, abriéndose camino entre metros y metros de nieve. Ya algo cansados logramos llegar a un filo desde el cual se podía ver toda la capital cubierta de nubes, en eso vemos cerro abajo y a lo lejos vemos la silueta de nuestro objetivo, el refugio. Con renovadas fuerzas seguimos caminando por la ladera hasta que finalmente nos encontramos con lo que va quedando del refugio, que para nuestra sorpresa estaba bastante entero.

Nos encontramos con una placa que indicaba que el refugio fue construido en 1937 por el DAV (Club Alemán Andino) como una forma concreta de acercarse a la montaña logrando así permanecer varios días esquiando sin problemas. Al refugio se accedía por Villa Paulina (curva 15 del camino a Farellones), primero en auto, y a partir de cierto punto se debía subir a pie o a caballo.

©Santiago Browne
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Pero lo que comenzó como un lugar altamente visitado por los socios del club, lentamente fue siendo abandonado principalmente debido al aumento progresivo de las temperaturas de la zona central, ya que cada vez había menos nieve a la altura del refugio, lo que impedía realizar excursiones con esquíes desde el mismo refugio. Por otro lado, el refugio fue víctima de varios robos, los cuales hacían de su mantención algo muy costoso para los socios.

©Santiago Browne
©Santiago Browne

Ya habiendo comido y descansado comenzamos el regreso de este viaje al pasado, pasado de pioneros y amantes de la montaña. Volvimos a Santiago, nuestra agitada ciudad, con profundas  ganas de seguir aprovechando el increíble entorno que nos rodea, tenemos la suerte de estar totalmente rodeados por cerros, parques y reservas que esperan ser visitados, solo hay que salir de la zona de confort. A esperar el próximo fin de semana.

Agradecimientos al DAV por la información y el registro fotográfico, y a mi compadre Tomás Melero por la invitación.

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