En las cercanías del extremo sur del salar de Atacama existe un lugar único, que da cuenta de cómo estamos expuestos constantemente a visitantes de otras latitudes del espacio (no, no son aliens).

©Vicente Weippert
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El cráter de Monturaqui es un accidente geográfico producto de un meteorito que alguna vez hace muchísimos años se le ocurrió impactar en nuestro remoto planeta (hace aproximadamente 700.000 años) y que luce tal cual como uno cree que debe lucir un cráter. La evidencia del impacto se encuentra  entre dos y tres horas desde San Pedro de Atacama y, aunque no es estrictamente necesario, sí es muy conveniente ir en un auto con tracción en las cuatro ruedas.

Ya llevábamos un tiempo poniéndole atención a este lugar, del que información no hay mucha. Habiendo anotado las coordenadas y estudiado algunos mapas, salimos desde San Pedro de Atacama por el camino que lleva hacia el paso fronterizo Paso de Sico (el mismo camino que lleva a las lagunas Miscanti y Miñiques) y, cerca del extremo sur del Salar de Atacama, tomamos el desvío que va hacia Peine, un pequeño pueblo que actualmente vive de la actividad minera producto de la extracción del litio.

Continuando de Peine hacia el sur, llegamos a Tilomonte, el último oasis previo al gran y misterioso despoblado de Atacama. Realmente es un lugar extraño, un bosque donde dominan los algarrobos y chañares en medio de la absoluta nada, todo gracias al poco de agua que corre libremente por el suelo.

©Vicente Weippert
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Al dejar atrás Tilomonte se sigue en dirección sur por un camino en buen estado hasta cruzar la línea de alta tensión que va hacia Argentina. Es en ese punto donde tomamos el camino de servicio de las torres del tendido eléctrico en dirección oeste y nos internamos por él. Al cabo de entre 15 o 20 minutos se debe dejar atrás el camino de servicio y seguir por las huellas que dejaron otros vehículos que en algún momento persiguieron nuestro mismo objetivo. Hay que tener en cuenta que cuando de huellas se trata, no existen tiempos exactos, ya que todo depende de la suerte que se tenga al elegir el camino, pero para establecer una referencia, para nosotros el tramo fuera de pista duró aproximadamente unos 20 o 25 minutos.

©Vicente Weippert
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Ya llegando a nuestro objetivo final, se distinguía claramente que estábamos en presencia de un cráter, en este caso, de poco más de 300 metros de diámetro. Al sitio del impacto mismo se puede bajar a pie sin mayor problema, y aunque se dice que el meteorito se fundió al caer, siempre es entretenido intentar encontrar con imanes alguna piedra magnetizada, creyendo que se trata de un trozo del proyectil. Para el que quiera descansar y contemplar, debido a que el lugar está en algo de altura, se puede ver desde allí gran parte del salar de Atacama y de las cumbres andinas, casi siempre nevadas.

A la vuelta nos pilló el atardecer cerca de Tilomonte, armamos las carpas, sacamos fotos de los cielos nortinos, dormimos y partimos a la mañana siguiente, llenos de piedras que queremos creer que deambularon quizás cuánta distancia por el espacio antes de que se les ocurriera venir a estrellarse en esta parte del universo.

©Vicente Weippert
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