Sexta charla LS: Expositores concientizaron acerca de nuestro rol en el avance del cambio climático

Si te perdiste la sexta charla del Ciclo “Inspirados por la naturaleza” de Ladera Sur junto a MAPA UC 2016, te invitamos a leer el resumen de esta jornada que tuvo como eje concientizar acerca de nuestro rol en el avance del cambio climático.

A las 19:00 horas de ayer miércoles, tres colaboradores de Ladera Sur, -Cristián Retamal, Florencia Ortúzar y Daniel Casado-, dictaron la sexta charla del Ciclo “Inspirados por la Naturaleza” en el Auditorio FADEU del Campus Lo Contador de la Universidad Católica. Cada uno de los expositores habló sobre el conflicto medioambiental desde un área diferente, abarcando principalmente el calentamiento global, el impacto de las represas e hidroeléctricas y los desastres medioambientales ligados al mar.

Cristián Retamal, Florencia Ortúzar y Daniel Casado ©Amelia Ortúzar
Cristián Retamal, Florencia Ortúzar y Daniel Casado ©Amelia Ortúzar

El encargado de abrir el encuentro fue Cristián Retamal, ingeniero que formó parte de la delegación chilena que en diciembre de 2015 asistió a la COP 21 en Paris, para la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En 2013 también participó del proyecto MAPS Chile, iniciativa gubernamental que ha buscado proponer –participativa e informadamente– opciones para que Chile disminuya sus emisiones de gases efecto invernadero. En un intento por contextualizar la problemática, Retamal basa su reflexión en un descubrimiento científico reciente: el término “antropoceno”. “El antropoceno corresponde a la era geológica que estamos viviendo, la cual se caracteriza por la magnitud de la acción del ser humano sobre el planeta y sus ciclos, con la consecuencia de que este impacto ahora es irreversible”, afirma. Con esto se refiere a que la idea de desarrollo sustentable en que es posible entregar el planeta de igual o mejor manera que como lo encontramos a las futuras generaciones, es imposible.

Además, destaca como punto de partida de esta problemática a la Revolución Industrial (1750) y la posterior industrialización de la mayoría de las potencias mundiales durante la Modernidad. “En este periodo la comprensión de la naturaleza se basó en la razón y la fe ciega en la ciencia, reinando la idea de dominarla y así utilizarla para nuestro beneficio”, señala Cristián. Aunque el cambio climático puede entenderse bajo diversas perspectivas, la que Retamal considera más decisiva es la que está ligada al consumo energético: “a partir de la era post-industrial, el aumento de la producción basada en combustibles fósiles disparó los niveles de GEI (gases de efecto invernadero) liberados a la atmósfera, aumentando su concentración y a la vez, la temperatura del planeta, lo cual explica los eventos climáticos extremos que presenciamos hoy a nivel mundial”, asegura.

En cuanto a la situación de nuestro país, afirma que acorde a los criterios UNFCCC, Chile es altamente vulnerable al cambio climático ya que presenta zonas costeras bajas, zonas desérticas y semiáridas, zonas forestales propensas al deterioro, zonas propensas a los desastres naturales, sequía y desertificación, zonas con ecosistemas frágiles y ciudades con alta contaminación atmosférica.

Por otro lado, la mayor parte de las emisiones de gases invernadero del país proviene del sector energético, y aunque solo generamos el 0,5% de GEI a nivel mundial, la producción per-cápita en Chile es 4,7%, una cifra similar al 4,5% de Argentina, pero bastante alta comparada al 3,9% de México y 2,5% de Brasil. “Estas cifras nos deben llevar a reflexionar sobre nuestro consumo: cómo estamos generando y utilizando la energía”, señala.

Para finalizar, destacó el panorama mundial en el que incluye el reemplazo del Protocolo de Kioto (2005) por el Acuerdo de París (2015), donde ahora no sólo algunos, sino todos los países se comprometen a reducir sus emisiones de GEI con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura del planeta a los 2ºC, aspirando a no sobrepasar los 1,5ºC en relación a la temperatura pre-industrial. Sin embargo, el gran desafío se basa en generar mejoras tecnológicas que disminuyan el impacto ambiental, reconvertir las fuentes de energía y cambiar los patrones de consumo energético. “Una realidad que debemos afrontar es que los combustibles fósiles son finitos: desde los años 70’ cada vez se encuentran menos fuentes de extracción pero el consumo continúa en aumento”, afirma. En este contexto, su llamado fue a ser conscientes de nuestras decisiones de consumo, en especial ligadas al aspecto energético.

©Amelia Ortúzar
©Amelia Ortúzar

La siguiente expositora fue Florencia Ortúzar, abogado y miembro de la ONG regional AIDA (Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente) dedicada a proteger la naturaleza de todo el continente, mediante la aplicación del derecho nacional e internacional.

Especializada en cambio climático, durante la jornada habló sobre el impacto de las grandes represas hidroeléctricas en este fenómeno. “Dos tercios de los ríos del mundo se encuentran intervenidos por represas. En el pasado, las represas fueron símbolo de modernidad y de la capacidad del ser humano de dominar la naturaleza, pero la tecnología que usan no ha visto adelantos en décadas” , dijo para comenzar a introducir la idea de que a estas alturas y pensando en el nivel de innovación tecnológica que la humanidad ha logrado, las represas ya no son la respuesta a nuestras necesidades energéticas. “La realidad es que las represas son costosas, tardan mucho tiempo en estar operativas, duran poco y generan enormes e irreversibles daños sociales y medioambientales como deforestación, degradación de ecosistemas ribereños, forestales e incluso marinos, disminución de la biodiversidad e incluso extinción de especies”, afirma.

©Amelia Ortúzar
©Amelia Ortúzar

Al referirse a los impactos en materia de derechos humanos, mencionó que “entre 40 y 80 millones de personas han sido desplazadas por la construcción de grandes represas, lo que equivale a 1 de cada 100 personas vivas hoy día. Esto significa que ha habido más desplazamientos forzados por temas de “desarrollo económico” (especialmente por la implementación de represas) que por razones de violencia”, asegura.

En relación al cambio climático, una de las principales preocupaciones es la sequía, ya que inmediatamente las vuelve ineficientes. “Sin agua, no se genera energía, por lo que hoy un país con déficit hídrico también está condenado a enfrentar el déficit energético”, afirma tajante y apoya la idea con la búsqueda de titulares de todo el mundo ligando ambas problemáticas.

Por otro lado, el peligro del colapso de las represas por las inundaciones, la deforestación e interrupción de los ríos, que cumplen la función de sumideros, y las importantes emisiones de gas metano que emanan de los embalses de las represas, el cual es 20 veces más tóxico que el CO2, terminan por demostrar el alto impacto ambiental que generan las represas hidroeléctricas.

En datos, Chile obtiene el 19% de su energía por medio de represas con embalses, (41% de la energía del Sistema Interconectado Central proviene de ellas). El porcentaje que ocupan las fuentes solares, eólicas y otras fuentes alternativas es mínimo.

En cuanto a la realidad nacional, se refirió a las medidas que iniciativas como MAPS CHILE o el gobierno por medio del PANCC (Plan de Acción Nacional de Cambio Climático) proponen para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero. “Con lo que nos encontramos al revisar estas propuestas es que parten desde una política pro-represa, donde no hay un verdadero análisis de todas las alternativas posibles”, señala.

Finalmente argumenta que una solución a futuro es la búsqueda de fuentes de energía alternativas y la inversión en el desarrollo de tecnología innovadora. Una represa solo debería implementarse cuando sea real y verdaderamente la mejor opción posible, considerando sus verdaderos costos, impactos, emisiones, riesgos y experiencias y lecciones aprendidas.

©Amelia Ortúzar
©Amelia Ortúzar

En esta ocasión, Daniel habló sobre la situación de los mares de Chile tras su estadía para documentar mediante fotografías las zonas de conflicto ambiental como Chiloé y Queule. “El impacto de la salmonicultura en las comunidades es fuertísimo, se ven afectadas sus formas de vida, sus fuentes económicas y de alimentación, todo”, señala. Además, las constantes varazones de especies marinas y la muerte en masa de aves migratorias dan cuenta de que el problema es de una magnitud mayor. “El Estado no tiene una política que se relacione de manera respetuosa con el mar, este se usa sólo para depositar los desechos de las empresas extractivas”, afirma Casado.

Para finalizar, muestra un breve video de la Fundación MERI mediante el cual llama a reflexionar sobre el rol de los océanos como hogar de diversos ecosistemas y la importancia de su protección además de orientar nuestras vidas al consumo responsable como respuesta a nuestra preocupación medioambiental.

©Amelia Ortúzar
©Amelia Ortúzar
©Amelia Ortúzar
©Amelia Ortúzar
©Amelia Ortúzar
©Amelia Ortúzar
©Amelia Ortúzar
©Amelia Ortúzar
©Amelia Ortúzar
©Amelia Ortúzar