Al igual que mi afición hacia las cámaras y sus lentes debido a sus tecnologías y no a lo que se puede llegar a hacer con éstas, llegué al mundo del “drone”. Mundo al que quizás muchísima gente no le agrada mucho y me incluía, hasta que descubrí que esto es diferente, esto para mí no es fotografía, es otro mundo, otra perspectiva, otras habilidades y técnicas.

Hace ya un par de meses que recibí a mi querido drone, un DJI Mavic Pro específicamente, Made en China y la primera parada que hice para probarlo fue Chiloé, lugar que visito varias veces al año y que conozco muy bien.

Al llegar reconozco que casi me vuelvo loco yendo y viniendo a diferentes lugares; lo despegaba con un objetivo, pero a los pocos metros de vuelo encontraba un color, perspectiva u objeto que me obligaba a cancelar a lo que iba inicialmente.

©Francisco Sánchez
©Francisco Sánchez

Chiloé nunca deja de impactar, siempre cambia, sus vientos, colores, lluvias y nubes dan sensaciones de estar en diferentes lugares, estando siempre en el mismo.

Y a los pocos días de estar volando y cargando baterías como loco, comencé a revisar los resultados, los cuales me dejaron impactados, y no por la calidad de las fotos, sino por cómo es de diferente todo lo que conocemos desde arriba. Es otra cosa, otro mundo, algo muy nuevo para mí y que me tiene tremendamente motivado para seguir explorando.

©Francisco Sánchez
©Francisco Sánchez

Un “gadget” realmente impactante, con capacidades fuera de lo común en distancias, calidades y facilidad de manejo y control, algo muy recomendable.

P.D.: Debo reconocer que hoy por hoy los drones son un gadget muy invasivo, hay que tener tacto, tino y criterio a la hora de volarlos y ser respetuosos y cuidadosos con el medio ambiente, y probablemente la tecnología nos llevará muy luego a “drones” silenciosos…

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