En el mes de abril, cuando los árboles en la Patagonia chilena comienzan a cambiar el colorido de sus hojas y el otoño se hace presente, dos fotógrafos emprendieron un viaje por la Carretera Austral desde Coyhaique hasta Caleta Tortel. El resultado es la captura de imágenes completamente diferentes de un mismo territorio.

Por un lado están las fotografías de Nicolás Amaro, trabajando principalmente con las  texturas y colores de la Patagonia, y por el otro las de María José Pedraza, que nos presentan paisajes fundidos en el agua, el reflejo y la niebla.  Cada uno partió con el ímpetu de desarrollar su propia visión artística recorriendo la misma ruta. Si bien las locaciones fueron semejantes, a cada uno le resonó de distinta manera lo que fue apareciendo al encuentro. Esperamos disfruten el resultado de este cruce de miradas.

Selección de María José Pedraza

©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza
©María José Pedraza

Selección de Nicolás Amaro, acompañada por un poema escrito por él

©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro
©Nicolás Amaro

¿De qué color es la muerte en la naturaleza?

¿Será roja como el fuego del otoño?

¿Negra como la oscuridad que esconde a las estrellas?

¿Blanca como dicen los japoneses?

 

Pensaríamos que el frío tendría más que ver con la muerte

Pero el invierno es verde, es la regeneración de la vida vegetal.

Para los hombres es guardarse y callarse un poco más.

El frío es definitivamente el color del silencio.

 

Y a su borde, antes de tocar el horizonte del invierno

el otoño arde en rojo, como el sol cada tarde.

Al igual que en los hombres,

la vida resplandece quemándose

brilla en sus tonos y valores

antes de tocar la muerte.

 

Es definitivamente azul el color del silencio.

Es telón de fondo de la cúpula celestial

es primera lengua debajo del horizonte de agua.

Tiñe la tez del mundo con la bajada de la noche

invita a la gente a juntarse en el amarillo de los interiores.

 

Y tanto como en esfera roja que se quema

como en espejo azul de orilla

encuentra el hombre a veces

lugar para mirarse sus porvenires y sus anteriores.

 

Trata de buscar una línea recta como en un caudal de un río

buscando un orden en el mar de sus inquietudes su laberinto

entonces reconoce la canción que canta el silencio

cuando ve sus colores en los colores que mira.

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