© Ro Ad Architecten
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La primera vez que vi una foto de esta obra debe haber sido hace unos meses y por internet, sin embargo frecuentemente me encuentro citándolo en correcciones de taller o en conversaciones con colegas. Y es que me parece una obra de arte, una genial idea de un equipo de arquitectos para atravesar un foso de un fuerte sin hacer un puente que le sería muy ajeno a este lugar lleno de historia y que rompería la lógica de la fortificación inalcanzable.

Durante años la ingeniería ha propuesto maneras de construir puentes de grandes luces con el fin de sobrepasar desniveles con agua y permitir el atravieso de personas. Y es lo que el encargo le pedía a este grupo de arquitectos: diseñar un puente para atravesar el foso de un fuerte. Sin embargo lo que propusieron fue levemente diferente: una propuesta para caminar entre las aguas.

El Fuerte de Roovere está situado hacia el sur de Ámsterdam y Rotterdam, en los suburbios de la ciudad de Bergen Op Zoom, víctima de la guerra austríaca de la sucesión, fue devastado y hoy permanece como una cicatriz del territorio y da testimonio de esta antigua forma de vida y fortificación. Forma parte de la Línea de Agua Oeste que construyeron los holandeses en el siglo 17 como una forma de protegerse de la invasión francesa y española. Esta línea a modo de collar de perlas, construyó una serie de fuertes y canalizaciones de agua que convirtieron durante esa época a Holanda en una isla artificial.

El puente Moisés está completamente construido con madera y yace en un medio totalmente húmedo, entre aguas e inviernos crudos. La factura de la pieza puente/pasarela/túnel resiste la humedad gracias a tratamientos especiales. La elegancia del puente es incuestionable, tanto en su forma y geometría que imita los taludes de la fortificación, y también en la delicadeza constructiva con que las piezas de madera dialogan entre sí. En esta pieza, varios elementos de madera dialogan con total simpleza y sofisticación.

Sin embargo, en mi opinión, lo más notable del puente Moisés consiste en que propone una nueva forma de acceder al fuerte y atravesar un foso lleno de agua. Propone una nueva manera de vivir la experiencia de atravesar un canal o, en este caso, el foso de un fuerte histórico en una situación corporal impensable para el visitante; en la que se está sumergido sin estarlo; se está en el agua sin mojarse.

Ya llegará el día en que vaya como turista y experimente, quizás como alguno de ustedes, la sensación de cruzar el foso con los ojos al nivel del agua y entre ella sin mojarme, como según dicen, lo hizo Moisés hace siglos.

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