Muchas veces pasan inadvertidos, pero lo cierto es que los anfibios juegan un importante rol en nuestros ecosistemas. No sólo ejercen un control en la población de insectos, sirven de alimento para otros animales e incrementan la dinámica de sedimentos en los cuerpos de agua, sino que además debido a sus características fisiológicas y gran dependencia del medio acuático, que los convierten en animales altamente sensibles a los cambios en su entorno, son considerados como excelentes indicadores de salud de los ecosistemas. Es precisamente esta sensibilidad la que ha llevado a este grupo de vertebrados a posicionarse como uno de los más amenazados del planeta con un 43% de las especies de anfibios en el mundo en declinación. Y lamentablemente Chile no es la excepción.

En Chile se conocen 63 especies de anfibios de las cuales alrededor de un 67% sólo se puede encontrar en nuestro país (endémicas), y la realidad a la que se enfrentan es que el 70% de todos los anfibios de Chile ya se encuentra bajo alguna categoría de amenaza. Entre ellos, dos singulares especies del género Alsodes endémicas de Chile que habitan en el sector alto andino de la región Metropolitana en el área de Farellones-La Parva: El sapo de pecho espinoso de La Parva (A. tumultuosus), considerado en estado vulnerable, y el sapo de monte (A. montanus), en peligro de extinción.

¿Qué los hace tan especiales?

A. Tumultuosus / Cortesía de Andrés Charrier
A. Tumultuosus / Cortesía de Andrés Charrier

Conversamos con Andrés Charrier, herpetólogo chileno, que lidera la investigación de ambas especies (A. tumultuosus y A. montanus) en un río aledaño al centro de esquí La Parva con el objetivo de estudiar sus dinámicas poblacionales y contrastar los datos con otro estudio realizado por Nelson Díaz y José Valencia en 1985 en la misma cuenca. Para Charrier, lo que hace a estas especies tan importantes de estudiar se relaciona con su carácter de especies endémicas de las que aún se desconoce mucho acerca de su biología y comportamiento, además son las únicas que tienen un estudio poblacional previo en Chile.

Andrés cuenta que descubrió al sapo de pecho espinoso de La Parva de casualidad mientras buscaba a otra especie para fotografiarla. “Luego buscando un poco de información descubrí que había un estudio de hace 36 años atrás de la misma especie en esa zona, que era micro endémica, o sea estaba solo en Farellones, que era bastante abundante cada vez que iba a revisar a los arroyos, fácil de estudiar y lo más importante a solo 36 km de Santiago pero en un área altamente intervenida por el turismo invernal. Esto la hacía un objeto de estudio muy especial y además nadie los había vuelto a estudiar desde que se había descubierto (solo existía un estudio sobre sus cromosas). Era una gran oportunidad”, señala Charrier, quien destaca que esta especie tenía algo con lo que ningún otro anfibio de Chile cuenta: datos de su historia de vida hace varios años atrás.

A. Montanus / Cortesía de Andrés Charrier
A. Montanus / Cortesía de Andrés Charrier

“Ambas especies tienen adaptaciones importantes a la vida en altura, en ambientes con bajas concentraciones de oxígeno y con importantes variaciones térmicas entre las diferentes épocas del año. Además viven casi recluidos a sus quebradas lo que hace que su dispersión sea muy limitada. Me parece que al estudiar qué está pasando con estas especies en la zona de Farellones – La Parva, nos podría dar una luz sobre los futuros escenarios de cambio climático en la zona central”, concluye Charrier.

Derrame de parafina en la Parva: Una amenaza imprevista

La Parva en invierno.
La Parva en invierno.

El 23 de mayo el centro de esquí La Parva se transformó en foco de atención luego de que uno de sus tanques tuviese una fuga de aproximadamente 15 mil litros de parafina, que terminaron contaminando el río Mapocho y provocando el corte de agua potable para cerca de 9 mil familias del sector oriente de la capital. Negligencia que finalmente le costó una multa de más de $700 millones al centro de esquí que había cometido diversas irregularidades.

Sin embargo lo que no se informó en ese entonces fue el daño que este derrame pudo haber provocado en la flora y fauna del sector, entre ellos las dos especies de Alsodes que allí habitan.  Si bien el derrame no ocurrió en la cuenca que Charrier y su equipo conformado por Marta Mora, Natalie Pozo, Valeria Pozo, Max Grez, Bernardo Segura y Yamil Hussein, habían estado monitoreando, este sí afectó la quebrada donde se encontraba la mayor población de Alsodes tumultuosus o sapo de pecho espinoso de La Parva.

Río del monitoreo.
Río del monitoreo.

“Hasta el día de hoy a 2 meses del derrame, aún hay trazas de parafina en las cuencas que van a dar a Santiago eso es muy complejo para la salud de nosotros, pero además es sumamente grave ya que una de las dos especies que estudiamos en la zona vive permanentemente en el agua y con el derrame se debe haber jodido completamente.  Las larvas (pirihuines) de ambas especies deben haber muerto durante el derrame, al igual que todas las algas de las que dependen las larvas para alimentarse. Seguramente los pequeños invertebrados (macro invertebrados) de las cuales se alimentan los anfibios adultos y sub adultos también deben haber muerto”, señala Andrés Charrier, quien tras visitar el sector afectado unos días después del derrame junto a su colega Marta Mora, no pudo tomar muestras del agua ni ver si había animales muertos o agonizantes, debido a una gruesa capa de hielo que les impedía ver qué pasaba debajo.

“Esperamos poder ir en primavera y monitorear dentro de lo que se pueda esa quebrada. Al menos tenemos los datos de nuestra quebrada para poder comparar y contrastar datos”, añade el herpetólogo.

Otras amenazas

Ambas especies de anfibios deben enfrentarse a una serie de obstáculos y peligros en su área de distribución, que comprende los centros de esquí de Farellones, La Parva, El Colorado y Valle Nevado, donde se encuentran diversos riachuelos, chorrillos y vegas alto andinas de aguas permanentes entre los 2.200 msnm y 3.200 msnm.

Entre las principales amenazas se cuentan el vertido de basura y material de construcción de los diversos proyectos inmobiliarios del sector que se acumula en las quebradas donde habitan estos anfibios, además de las presiones por la demanda de agua que aumenta en invierno junto con el turismo en la zona. Aunque mientras realizaban sus prospecciones en el verano de 2015, Charrier también notó que durante los meses de enero y febrero había grandes fluctuaciones en el cauce del río llegando a secarse muchas veces hasta el 100%. ¿El problema? Es justamente en este período donde ocurre la mayor actividad reproductiva de estos anfibios, y sus larvas –que tardan más de 1 año en desarrollarse– requieren del agua para sobrevivir. Lo mismo pasa con los anfibios adultos, quienes necesitan de una estabilidad de su ecosistema y no pueden adaptarse a cambios de una semana o de un mes a otro.

Realizando el monitoreo de noche © Yamil Hussein
Realizando el monitoreo de noche © Yamil Hussein

Al respecto, Charrier cuenta que “Comenzamos a averiguar y descubrimos que La Parva hacía un manejo de las cuencas y que en la parte alta tenía una bocatoma que cortaba el flujo muchas veces hasta en un 100%. En diciembre fuimos a hablar con Thomas Grob, gerente general de La Parva, y le explicamos esta situación y lo grave que era para nuestro estudio, para los anfibios y para la reproducción de los anfibios y le solicitamos un `caudal mínimo ético´ (*) – y él accedió a dejar permanentemente un caudal de 40%”.

Otro grave problema es lo expuesto que se encuentra su ecosistema a las intervenciones del creciente desarrollo inmobiliario en el sector y todo lo que ello implica, como: movimiento de tierras, intervención de cuencas, fragmentación del hábitat, instalación de nuevos andariveles, e incluso vertimiento de aguas servidas –sin tratamiento– en las quebradas.

De hecho, según los resultados preliminares de la investigación realizada por Andrés Charrier en el área, la población de Alsodes montanus disminuyó abruptamente en los últimos 36 años hasta casi extinguirse en el área de estudio, además hubo una disminución altitudinal de casi 800 metros; mientras que la población de Alsodes tumultuosus, que es menos acuática, aumentó. “Nuestros datos no nos permiten saber exactamente por qué ha ocurrido esto, solo nos permite saber qué ha ocurrido, no explicar el fenómeno, lamentablemente. Aunque el cambio climático y la intervención antrópica, son los primeros bajo la mira”, señala Andrés.

¿Qué se está haciendo?

Gracias al proyecto del Fondo de Protección Ambiental del MMA al que Charrier y su equipo de investigadores postularon, no sólo pudieron financiar la investigación de estos anfibios, sino que además organizaron tres campañas de recolección de basura en una cuenca de La Parva con niños de grupos de scout en Santiago y otros voluntarios que sumaban alrededor de 80 personas en cada campaña,  en las que lograron remover 8 toneladas de basura industrial.  “El problema es que todos los años nos volvemos a encontrar con más basura a pesar de que la Municipalidad ha hecho un trabajo importante cercando el borde del río para que los camiones no boten los escombros, pero aún es posible encontrarse con los conos de basura que llegan hasta el río. En ese río hay muchos Alsodes y da pena encontrarlos refugiados bajo la basura”, lamenta Charrier, quien además cuenta que durante estas actividades realizan charlas sobre la importancia de los anfibios y sus principales amenazas para generar conciencia en las personas presentes.

Estación biológica
Estación biológica

Por otro lado, también se ha instalado una estación biológica en la zona de Farellones dedicada tanto a la divulgación científica como a la investigación. Se trata de un contenedor de 6 metros que ha servido como oficina y camarote durante la investigación, pero para el que Charrier tiene grandes planes: “Me parece que tener una estación biológica en la zona es el logro más importante de este proyecto. Mi idea es que no solo sea una estación biológica para estudiar ranas y sapos , sino abrir este espacio a toda la comunidad científica de la Región Metropolitana y de Chile que quiera hacer investigación en la zona. Sé que hay varios investigadores trabajando en La Parva y el Colorado con plantas alto andinas; en Farellones se monitorean cóndores y hay investigadores que están trabajando con reptiles en el Colorado. La idea es que en un futuro próximo ese contenedor se transforme en un centro de investigación de estudios de ecosistemas alto andinos de la Región Metropolitana, donde además podamos continuar con la educación ambiental y la difusión de nuestra investigación en terreno”.

(*) Caudal Ecológico Mínimo establecido en el Decreto Supremo 14 de 2013 publicado por el Ministerio del Medio Ambiente.

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