Quienes han visitado Valdivia recordarán su característica Feria Fluvial instalada en la Costanera Arturo Prat, sus hermosos paisajes o las construcciones de estilo Alemán, muy características de esta región debido a la colonización alemana llegada en el siglo XIX. Pero sin duda algo que llama la atención de esta singular ciudad es la simbiosis que se da entre su personalidad urbana y la naturaleza que la rodea, en donde destaca la presencia de sus innumerables canales, ríos, vegas y pantanos.

Valdivia está construida en gran medida sobre humedales y de hecho su entorno, marcado por su ubicación a la entrada de un estuario, ha significado un territorio estratégico para diversas culturas como el pueblo mapuche (williche-lafkenche) en épocas prehispánicas, y más adelante para los colonizadores españoles quienes junto a Pedro de Valdivia, encontrarían en su extenso sistema fluvial seguridad y acceso a un territorio abundante en recursos naturales, que se convertiría en el núcleo de la expansión española en la zona.

Sin embargo este entorno natural no siempre fue tal como lo conocemos hoy, de hecho su característico humedal urbano del río Cruces solo existe como tal desde 1960.

Terremoto de Valdivia: transformando el paisaje 

Casas de madera en Valdivia tras el terremoto ©Pierre St. Amand
Casas de madera en Valdivia tras el terremoto ©Pierre St. Amand

La historia del humedal de mayor importancia en Valdivia comienza el 22 de mayo de 1960, cuando un terremoto grado 9,5 en la escala de Richter, el mayor –y uno de los más destructivos–registrado en la historia, azotó a la ciudad. Este terremoto y el posterior maremoto con olas de hasta 10 m provocado por la actividad sísmica, no sólo afectaron un extenso territorio desde Arauco hasta Aysén, dejando 2.300 muertos, tres mil heridos, y un millón sin hogar, sino que además cambiaron la geografía de Valdivia, una de las zonas más afectadas por este desastre natural.

La ciudad se hundió en promedio dos metros, generando nuevas islas y cerros e inundando grandes extensiones de terrenos aledaños al río Cruces. El aumento abrupto de la superficie de sus aguas hizo que el río fluyera más lentamente, cambiando el comportamiento hidráulico éste y dando paso a la formación de un humedal que con el tiempo se ha convertido en un ambiente característico de Valdivia, conocido como el Humedal río Cruces.

La gran biodiversidad que comenzó a asentarse en este humedal, con especies como el huillín, las taguas, la huala, ocho especies de anfibios de los cuales dos son endémicos y el cisne de cuello negro, que escogió este lugar para ser su principal área de reproducción a nivel mundial, llevaron a que en 1981 este lugar fuera declarado como Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter, pasando a formar parte del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado. Esta área cubriría una superficie aproximada de 4.877 hectáreas con unos 25 km de largo y un ancho promedio de 2 km.

Además, para julio de ese mismo año el humedal pasó a convertirse en el primer humedal en Chile en ingresar a la Lista de Humedales de Importancia Internacional de la Convención de Ramsar.

Una gran catástrofe

©Comunidad Humedal
©Comunidad Humedal

Si bien los habitantes de Valdivia han mantenido siempre una estrecha relación con su entorno acuático, fue en 2004 que esta relación sufrió un importante cambio. Ese año ocurrió uno de los desastres ecológicos más drásticos de Chile, cuando la empresa Arauco contaminó las aguas del río Cruces con los desechos de los RILES de su planta de celulosa instalada en el sector, provocando la muerte y emigración de la mayoría de las aves silvestres y otros animales del Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter, incluidos sus emblemáticos cisnes de cuello negro.

En ese entonces fue la misma ciudadanía la que comenzó a exigir al Gobierno que actuara de manera urgente ante un peligro inminente, convocando a marchas y presentando denuncias por la contaminación. Esto luego de que al poco tiempo de que se instalara la planta, comenzaron a percibir fuertes olores y vieron cómo los cisnes al intentar emigrar del santuario, caían en la ciudad, ya afectados por la contaminación de su hábitat.

Finalmente tras 9 años de trabajo y como resultado de una causa civil interpuesta por el Consejo de Defensa del Estado (CDE), la justicia declaró culpable a la empresa Arauco y la obligó a adoptar 6 medidas reparatorias, entre las que destacaba el desarrollo de un Programa de Desarrollo Comunitario relacionado con el humedal.

Humedal río ©Cruces Sebacorreabarra
Humedal río ©Cruces Sebacorreabarra

Hoy el Programa de Desarrollo Comunitario es administrado por la Asociación Comunidad Humedal, un organismo fundado en 2015 a partir de varias organizaciones sociales cuyo objetivo es conservar el Humedal Río Cruces. Hoy en día la asociación reúne a cerca de 52 organizaciones provenientes de una veintena de localidades vecinas al Santuario de la Naturaleza, quienes junto a la biodiversidad de este lugar, fueron las principales afectadas con la contaminación del humedal, hace ya 10 años.

Su objetivo principal es asegurar la protección, restauración y conservación socioambiental del humedal y sus ríos tributarios, a través de acciones como el fomento de iniciativas productivas susten­tables que mejoren la calidad de vida de los habitantes del humedal o la realización de programas de educación ambiental que empoderen a los ciudadanos para que contribuyan a la protección, restauración y conservación socioambiental del humedal.

Para el desarrollo de todas estas actividades, la Asociación Comunidad Humedal cuenta desde sus inicios con el apoyo de Acá Comunicaciones, una agencia de comunicaciones comprometida con la valoración del patrimonio natural y cultural del sur de Chile, quienes los asesoran comunicacionalmente, ayudándolos en la realización de sus talleres y generación de contenidos; entre ellos, la generación de su página web con información destacada en una línea de tiempo y diversos videos que muestran la riqueza natural del Santuario Carlos Anwandter y la vida de los habitantes que lo rodean.

Pero más allá de la creación de este organismo que vela por la protección del humedal del Santuario Carlos Anwandter, pareciera ser que desde la catástrofe en 2004, la comunidad valdiviana ha adoptado una cada vez mayor conciencia de su entorno y la importancia de éste para la sociedad. Así por ejemplo, al notar que gran parte de los humedales valdivianos como el humedal de isla Teja y Angachilla, estaban convirtiéndose en verdaderos basurales donde particulares y empresas iban a depositar escombros y basura, nuevamente la comunidad comenzó a organizarse para exigir una ordenanza municipal que preservara y protegiera los humedales urbanos de Valdivia.

Comenta esta nota

Comenta esta nota

Responder...